«Né du vin» (juego de palabras en francés con el significado de “Nariz del vino” y “Nacido del vino”), nací en Borgoña. En mi familia, el vino siempre ha tenido un lugar especial. El vino común era un tinto muy coloreado, con un aroma afrutado inolvidable. A menudo nombrado de oficio para «trasegar de la cuerna» y llenar el jarro, muy joven estuve en contacto con el sabor… ¡Primeros pasos… primeras papilas!

Deseo que este “libro objeto” pueda transmitirle todo este amor por el vino, con el cual he ganado la confianza de muchos amigos con quienes compartí mis descubrimientos, hasta el día en que uno de ellos, el pintor Henri Cueco, me dio la idea de transmitir esta pasión a un público más amplio.

Procuré así que el vino estuviera presente en los centros culturales, como una verdadera obra de arte, al igual que la música o la pintura. Por eso, en 1978, en la Casa de la Cultura de Chalon-sur-Saône, inauguré el primer ciclo de iniciación a la degustación de vinos. A partir de estas reuniones se fue creando una interrogación y una dinámica sobre el gusto y el olfato.
Para despertar la indispensable curiosidad por los aromas en mi auditorio y ayudarle a reconocer los aromas catalogados en los vinos, conté con la ayuda de Daniel Spoerri, otro artista que tuvo la idea de crear un libro objeto. Así, inventé Le Nez du Vin®, una obra compuesta por textos y aromas.

Con él, quise poner a disposición de los profesionales y de los aficionados el conjunto invalorable de conocimientos sobre los aromas que personalizan a los vinos. Finalmente, Le Nez du Vin® ha seducido tanto a profesionales como a aficionados, que han encontrado en él las palabras adecuadas para hablar de los vinos, creando así un diálogo fecundo.

Deseo que esta confrontación con el universo aromático abra las puertas de su propia intimidad. En efecto, qué más fuerte que un aroma para hacernos revivir nuestra infancia, sentirnos nuevamente con los pantalones cortos en un campo de trigo que acaba de ser segado, o en una pieza invadida por la fragancia de la levadura. Es como si nuestra abuela estuviera aquí, con su sonrisa y su delantal. Con los aromas, todo vuelve a estar presente una vez más. Es como ver una película que despierta una emoción muy particular.
 
Jean Lenoir, agosto de 1981